miércoles, 6 de enero de 2010

El nido en el patio

Mi compadre entonces metió en el bolsillo las manos. Estaba lleno de agua pero intentaba lavarse en él esa suciedad que nadie lava. Me preguntó cómo viviría cargando tanta culpa. Le dije que no pensara ahora en eso y me diera la estatura del padre. Lo midió con los ojos, cerca de uno ochenta. Medí, también, con la vista. Seguí cavando.