viernes, 11 de junio de 2010

Cuento fantástico para niños prematuros

A penas hubo regalado Del Campo a su bebote Leonel su primer libro, y apenas el nene intenta hojearlo, zas, un cortazo en el índice. Y así la segunda y la tercera, y la cuarta vez incluso: zas, los dedos embadurnados de parpadones colorados. Pero él, sangre Del Campo, no se resigna y zas zas zas, hojea hojea hojea, hasta que le amputa el índice, primero, el filo revoltoso; luego el dedo guaso y así, hasta el agotamiento, se desangra. Y el padre, zapato de baldosa en baldosa, casita de pan y vino pan y vino, la, la, lará, hijo mío, grita. Y el hijo tarado, calcinado y blanco como cal, y el libro muy rojo rojo, como un hijo.

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