la serpentina de café en el piso del hospital
como un hilo de sangre se me escapa
la mirada lejos
cazando la luz de lo que dije que haría
y hoy me lo impide esta frente irritada y seca
ella cultivaba mis manos en la tierra
trabajaba indiferente el barro o la plata
y ahora en mis espaldas las escaras forman astros
la piel arada y doliente huele un olor que no me
pertenece
tengo rodillas abultadas por la ausencia de vigor
y soy un accidente del azar
lejos se me quedan las migajas a los perros y las
avispas
rotando en
el sombrero camouflage con un rastrillo en mano
el filo del machete acaba
donde inicia el rubor de un tronco diluido al
fisurarse mi organismo
ojalá el desgarro en mi cabeza halle un descanso
y palpite menos o casi poco palpite o no palpite
tanto o calle palpitante y calmo
y poco a poco la planta helada
de mis pies
imprima otra vez un paso
ojalá pero mi boca aturdida
ciñe unos aparatos y elucubra un frío
que desciende hacia mi garganta
o sube
acompasado por el oleaje de gritos y olor a peste
deseo no sucumbir al asfixiante pecho de la calma
aquí para mi sorpresa libro
mi batalla decisiva
y no he de tener ante jeringas y cables y sondas
escamas ni fusiles ni coraza
no tengo alianza pero me sé amado
el coraje es polvo apenas
ampollas y metales
y en mi vena un color imperfecto fluye y
se derrama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario