soy un poeta en el agua, busco acá abajo unos cables perdidos
algún anillo enterrado
el surco de las baldosas
la foto de papá que me ha dejado joven, una carta
que es el arcaísmo viviente, y encuentro diez centavos
acaso 500 guaraníes, deseo echado al olvido
en un bolsillo atorado de pelusas
soy apenas un hombre pasando el río
mi mano zambulle y suda cierta mucosidad
las uñas negras de escarbar
estas paredes de moho
(los nietos que no tengo aún me dejaron
ropas arrolladas sin botones
un alicate
besos)
una lancha arruga el agua, en lo que dura mi viaje perpetuo
se arriman a mí ciertos dibujos opacos
como escupidos contra una pared
crecen y no así
algo en mi cabeza ha dejado de crecer porque acabó conmigo
la madera ha sucumbido porosa
hormigas por todas partes en la creciente
pretenden una redención que no saben:
una vez guardé una taza rota de café para usarla como maceta y nunca fue semejante cosa
ahora lo único es que un manojo de criaturas
marcados en las piernas con los cintarazos de antaño
me perdonaron al verme sucumbir
y me entregaron al aire oscuro y gotas de salitre caían de sus ojos
al tiempo que yo
el pecho rígido
la piel agrietada y seca yo
en un gesto último
de bocanada imposible yo
yo
yo
yo
algún anillo enterrado
el surco de las baldosas
la foto de papá que me ha dejado joven, una carta
que es el arcaísmo viviente, y encuentro diez centavos
acaso 500 guaraníes, deseo echado al olvido
en un bolsillo atorado de pelusas
soy apenas un hombre pasando el río
mi mano zambulle y suda cierta mucosidad
las uñas negras de escarbar
estas paredes de moho
(los nietos que no tengo aún me dejaron
ropas arrolladas sin botones
un alicate
besos)
una lancha arruga el agua, en lo que dura mi viaje perpetuo
se arriman a mí ciertos dibujos opacos
como escupidos contra una pared
crecen y no así
algo en mi cabeza ha dejado de crecer porque acabó conmigo
la madera ha sucumbido porosa
hormigas por todas partes en la creciente
pretenden una redención que no saben:
una vez guardé una taza rota de café para usarla como maceta y nunca fue semejante cosa
ahora lo único es que un manojo de criaturas
marcados en las piernas con los cintarazos de antaño
me perdonaron al verme sucumbir
y me entregaron al aire oscuro y gotas de salitre caían de sus ojos
al tiempo que yo
el pecho rígido
la piel agrietada y seca yo
en un gesto último
de bocanada imposible yo
yo
yo
yo
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